¡NO!, no tiene nada que ver con una preparación para la cuaresma. Para aquellos que piensen que es un mito lo de mis entrenamiento en ayunas, voy a aportar una prueba gráfica de que es real. ¡Estoy lo suficientemente chalado como para eso y más!. Así que como si fuera normal, me levanto a las 6:00 a.m., relleno dos bidones de agua, enciendo el ventilador, la tele, en la que sí puedo, he grabado la última retransmisión deportiva, ciclista, si es posible y me endiño una horita dándole a la pata.
Las vías metabólicas
Como tenemos todos claro los principales combustibles de los que obtenemos energía para nuestras funciones vitales, son las grasas, los hidratos de carbono y las proteínas. El aporte energético de cada una de ellas es respectivamente de 9kcal/gr, 4kcal/gr y 4,1kcl/gr.
Cada uno de estos nutrientes supone el empleo de una vía metabólica, la cual se activará según el contenido de oxigeno que dispongamos. Si vamos a un ritmo lento, con suficiente cantidad de oxigeno, tiraremos del combustible más eficiente y “barato” las grasas, pero si sobrepasamos un cierto umbral, iremos tirando más de hidratos y menos de grasas hasta terminar empleando exclusivamente estos. Si llegamos a agotar nuestras reservas de hidratos y queremos seguir manteniendo el ritmo el cuerpo tira de donde puede, se pasa a las proteínas y ¿dónde están las proteínas?, pues están formando parte de nuestros músculos. Pasamos al modo autodestrucción.
Como vemos el combustible más eficiente, siempre que se disponga de oxigeno, son las grasas y además es el más abundante. Un ciclista como yo (con perdón) con un 17 % de grasa corporal, para mis 70 kg supone que tengo unos 12 kg de grasa, que a razón de 9 kcal/gr da un potencial energético de 110.000 kcal. Si estimo que en los seis días de la Titán voy a gastar unas treinta y tantas mil, me da que tengo energía para hacer casi tres Titanes sin meter nada en el cuerpo. ¡Si fuera así!
Fundamentos del entreno en ayunas
En el entreno en ayunas lo que buscamos es un trabajo de baja intensidad, por debajo del umbral aeróbico, de manera que el cuerpo se acostumbre a consumir grasas, a potenciar esta vía metabólica, incrementar la efectividad de nuestras calderas celulares, las mitocondrias y permitir al organismo tirar de grasas con menor cantidad de oxigeno.
Todo lo que expuesto de una manera simple tiene un error, nuestro cuerpo es un poco capullo y cuando empezamos el ejercicio, aunque sea tranquilitos, hasta que se activa el cuerpo, este tira de lo más fácil, de los hidratos.
Así que los primeros veinte o treinta minutos después de empezar a pedalear, empiezo a gastar preferentemente hidratos, por lo que si el entreno es corto no es efectivo. Hay que sobrepasar ese tiempo para que nuestro organismo se acostumbre a tirar de lo disponible.
¿Qué buscamos con esta chaladura?
Total, nos pegamos un madrugón, estamos del orden de una hora pedaleando y además con cuidado de que no nos suba el pulso, con los objetivos de hacer más eficientes nuestras células y poder tirar de grasas durante más tiempo.
Ya verás que bien nos viene en esas jornadas de más de seis horas que nos vamos a pegar por esas tierras de Alá.
Advertencia. No es un entrenamiento recomendable ni para los más pequeños, ni para gente sin un mínimo nivel de entrenamiento. En estos casos la falta de adaptación, suele originar que se dispare el pulso, con el consabido resultado final.
Como punto final os diré, que estoy convencido de la efectividad de este tipo de ejercicios, como entreno del metabolismo y no digamos como entreno de la voluntad.